La importancia de un buen comienzo

Cuando una mañana Gregor Samsa se despertó de un sueño lleno de pesadillas se encontró en su cama convertido en un bicho enorme. (1)

No sé tú, pero a mí me resultó imposible resistirme a la tentación de devorar “La metamorfosis” de Kafka hasta el final. Te contaré aquí por qué ocurre esto y como aprovechar esta información, cada vez que debas dar una charla o hacer una presentación.

En varias oportunidades habrás escuchado mencionar la importancia que tiene arrancar el discurso de un modo en que logres conectar rápidamente con tu público. Se dice inclusive que si no logras captar la atención de la audiencia en un lapso terriblemente corto (dentro del primer o segundo minuto) es mejor ni te esfuerces, pues tu caprichoso y volátil auditorio se pondrá a divagar sobre cualquier cosa en lugar de prestarte oídos.

Descontando las exageraciones, sí resulta vital que tu charla se inicie de un modo que sea capaz de atrapar rápidamente al oyente. Para eso, hay una sustancia que te va a ayudar: La dopamina.

Esto todo el mundo lo sabe, pero vamos a repetirlo solo para asegurarnos de estarnos entendiendo bien: La dopamina es el neurotransmisor (Elemento que hace posible que las neuronas de tu cabeza conversen entre sí o con otros órganos de tu cuerpo) al que – modestamente – se le considera “El centro del placer”. La producen varias partes del cerebro, pero sobre todo por una que lleva el curioso nombre de “masa negra”, en tu mesencéfalo.

Si el párrafo anterior te pareció insoportable por lo técnico, no te culpo. Basta con que tengas en mente que la dopamina regula tu deseo y motivación, además de hacerte repetir las conductas placenteras o beneficiosas.

Su rol es básico en nuestro proceso de aprendizaje, ya que genera una situación de curiosidad y alerta ante situaciones que desafían nuestro entendimiento. Para decirlo más claro, si alguien nos plantea una incógnita, vamos a estar al pendiente hasta conocer el modo como dicha situación se resuelve.

Entonces, hay que hacer que la cabeza de quienes nos oyen segreguen dopamina desde el inicio. Así, despertaremos su atención y su curiosidad y conseguiremos nos acompañen a ver en qué termina esa situación que les dejamos sin resolver.

Hay muchas formas de captar la atención de la audiencia. Suelen ser llamadas “Attention Catchers” o “Capturadores de Atención”.

Puedes utilizarlas, aunque teniendo en cuenta algunas precauciones importantes: Que los modos de captar atención sean adecuados al tipo de audiencia que tienes delante; que sean relevantes o guarden relación con la temática de la charla y que estén acordes con la oportunidad u ocasión en la que nuestro discurso tiene lugar.

Hoy quiero hablarte de cuatro de estos “captadores de atención”, que me parecen los más poderosos:

Las citas

“Todo lo dicho es dicho por alguien” (Humberto Maturana). Maturana es un biólogo y filósofo chileno conocido en todo el mundo por sus aportes a la neurociencia y a las ciencias del conocimiento. Con su frase busca cambiar nuestro paradigma de que las cosas tienen naturaleza general e inmutable; para acercarnos al mundo de una realidad relativa, según quien sea el observador de la misma. Si te das cuenta, te has quedado pegado a la cita con el fin conocer de qué estoy hablando y qué tiene ello que ver con el tema que estamos tratando. Pues bien, este es el efecto tienen las citas de personajes famosos, reales o ficticios al momento de iniciar tu charla. Si son lo suficientemente relevantes e interesantes, lo más probable es que “enganches” a la audiencia debido a esa irresistible curiosidad que se despierta en nosotros. Ten en cuenta que nos gustan tanto las citas, que Wikipedia tiene su página “Wikiquotes” para ayudarnos a encontrar la más precisa.

Las referencias históricas

“El 29 de mayo de 1832, Evariste Galois sabía que era la última noche de su vida. Aquel muchacho revolucionario, vehemente y algo alocado, sabía que al día siguiente moriría, a los 20 años. Había quedado citado con un capitán de la guardia, en duelo, y sabía que no tenía ninguna oportunidad. Así que Evariste Galois pasó la última noche de su vida escribiendo”. ¿A qué te mueres de ganas de saber de qué va esto, cierto? Pues bien, Eduardo Saenz de Cabezón empieza así una charla magnífica en TED (2). En ella, nos habla de que hasta para tratar los temas más complejos, hay modos de despertar la curiosidad y de motivar el aprendizaje. Para no dejarte con la historia a medias, te cuento que Galois es el fundador la teoría que lleva su nombre. Una de las notas que escribió en esa, su última noche, se usó como base de los desarrollos matemáticos que hoy hacen posible enviar satélites al espacio.

Las magnitudes

Cuando algo es muy grande, no nos queda más remedio que prestarle atención, pues de seguro se trata de un tema que, por su volumen, amerita ser tomado en cuenta. Si queremos llamar la atención sobre la importancia de la lucha contra el Ébola, podemos referirnos al brote reciente, en Congo que empezó en agosto de 2018 y que no logra ser controlado aún. Tiene hasta hoy más de 3000 casos detectados y que de ellos, más de las dos terceras partes de infectados han muerto. Un 66% de mortalidad es sin duda una tragedia que habla de nuestra incapacidad de controlar el virus y que nos pone en la senda de repetir las terribles consecuencias del brote de 2014, que sumó más de 11,000 muertes. Una variación del mismo argumento consiste en relativizar las magnitudes. Ante una audiencia de 100 personas, podríamos decir que, si estuviésemos en África Central y tuviéramos la desdicha de contagiarnos con el Ébola, probablemente solo 44 de los presentes sobrevivirían para contarlo. Esto le da al tema un carácter mucho más cercano, que ayuda a captar mejor la atención.

El humor

Esta es una que hay que utilizar con cuidado. Si no eres naturalmente bueno para contar historias con gracia, mejor dedícate a empezar de otro modo tu charla. Cierta vez escuché a un expositor empezar su ponencia de la siguiente manera: “Al llegar estuve preguntando a los organizadores de este evento, qué tipo de público sería el que asistiría a mi conferencia hoy. Me dijeron que todos eran personas que sabían del tema y que les importaba mucho la manera como este asunto habría de desarrollarse. Me alegré mucho porque eso es lo mejor que le puede pasar a un expositor. Siempre recuerdo la ocasión en que, llegando tarde a escuchar una conferencia, me senté en el primer asiento libre que encontré y le pregunté a la persona sentada a mi lado sobre qué era que hablaba el conferenciante. Me respondió: -¡No lo sé, ni me interesa!- Por eso prefiero a un público que sabe del tema y se interesa”. ¿Te acuerdas de que te dije que la dopamina es el centro del placer, que hace que quieras repetir las experiencias? Pues eso, si el conferenciante te hace reír, querrás que lo siga haciendo y le prestarás más atención.

No olvides utilizar estos “atrapadores de atención” la próxima vez que tengas que dar una charla o conferencia. Recuerda siempre que la gente se ha tomado el trabajo de estar en la sala en el momento en que vas a presentar tu ponencia. Agradéceles siendo capaz de captar su atención desde el comienzo y siendo capaz de mantenerla hasta el final.

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¡Hasta la próxima!

Escrito por Francisco Grillo

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