¿Sabes identificar personas con alta Inteligencia Emocional?

Desde hace unos meses, estoy asesorando a una empresa local en diversos temas de gestión: Estrategia de negocios, estructura operativa, políticas de gestión, entre otros temas no menos importantes. Como resultado de ello he podido tener un alto nivel de interacción con el equipo directivo de la empresa, resultado de compartir con ellos reuniones, involucrarlos en proyectos y en general, echar a andar iniciativas que les involucran.

Esta cercanía me ha llevado a detectar una situación curiosa: En dos recientes decisiones más o menos trascendentes, adoptadas por el líder de la organización (Una reasignación de la cartera de clientes en un caso y la desvinculación de un directivo en la otra) la reacción que pude percibir en comunicaciones individuales con los -por así llamarlo- perjudicados por dichas decisiones, es decir, quien perdió las cuentas reasignadas y quién perdió el empleo) fueron esencialmente las mismas: “Felipe (llamaremos así al líder) toma frecuentemente decisiones basadas en reacciones emocionales que no son bien pensadas”.

De acuerdo, son solamente dos casos, pero es importante tener en cuenta varios hechos importantes: Que las afirmaciones proceden de personas de lo que se supone es su entorno cercano, es decir, directivos o “Nivel C” de la organización. Además, se trata de dos casos acontecidos en menos de 45 días (no tengo información de situaciones anteriores, pero es sintomático que los funcionarios describan la conducta de ese modo. Por añadidura, es cierto que las decisiones se tomaron luego de sendas reuniones tenidas por el líder con terceros en las cuales hubo quejas sobre los estilos de gestión de ambos.

Lo que parece ser cierto aquí es que el equipo de colaboradores directos del líder que protagoniza estos hechos, tiene la casi convicción de que su proceso de decisión transita poco por la senda del raciocinio y el análisis y más bien, deambula con frecuencia por senderos en los que la falta de autocontrol emocional parece ser la norma.

Los líderes sin inteligencia emocional son peligrosos

Y no abunda que recordemos aquí lo peligroso que suele ser para un líder la falta de autocontrol emocional. A mi me gusta mucho referirme al caso de Guillermo II , quien fué el último Emperador de Alemania y el último rey de Prusia. Gobernó entre finales del siglo XIX e inicios del XX.

El Kaiser Guillermo era una persona complicada e impulsiva y se atribuye a conductas y actitudes suyas, una buena parte del mal ambiente vigente en Europa a inicios de Siglo XX y que, después de todo, iba a desencadenar en la Primera Guerra Mundial. En efecto, Guillermo tomó varias decisiones complicadas de explicar y sostener en su momento: Despedir al canciller Bismark, enemistarse con los el Reino Unido, dar declaraciones inoportunas ante la prensa y terminar comprometiendo relaciones de su país con rusos, franceses y japoneses.

En suma, y visto en retrospectiva, Guillermo era el peor gobernante que pudo tener Alemania en dicha época, especialmente por su aparente incapacidad de respirar y reflexionar antes de “meter la pata”. Tenía una enorme “oportunidad de mejora” en su habilidad para controlar sus emociones y fue víctima de ello.

Como corolario, si la cabeza de cualquier organización, un país, una empresa, un partido polìtico o una junta de vecinos, carece de herramientas que le permita controlar adecuadamente sus emociones y evitar así que estas perjudiquen la manera como este toma decisiones, entonces todos estamos en graves problemas.

¿Cómo saber si alguien tiene o no IE?

Todo esto a propósito de una reciente nota que cayó en mis manos hace poco, y que llevaba el sugerente título de: “Inteligencia Emocional Alta: Cómo identificarla’”. Lo más interesante de esto es que no se trata de un artículo publicado en una revista de temas psicológicos ni de autoayuda. Se trata más bien de una publicación especializada en temas de dirección(1), lo que definitivamente nos dice mucho sobre la pertinencia del tema del manejo de emociones en el contexto empresarial.

El referido artículo empieza señalando que la inteligencia emocional es la capacidad que tiene una persona de identificar y gestionar las propias emociones, así como las de los demás. Es una parte de la capacidad cognitiva que facilita el comportamiento interpersonal. Por lo tanto, la inteligencia emocional implica ser consciente de las emociones que hay detrás del comportamiento propio, así como del impacto que ejercen en las demás personas, ya sea de manera positiva o negativa.

La pregunta importante aquí es: ¿La manera como nuestro líder que protagoniza esta historia es una señal de falta de inteligencia emocional o no?. ¿Es acaso factible “diagnosticar” a una persona como dotada o no de inteligencia emocional, basándonos en signos exteriores? Y la respuesta es – felizmente – afirmativa.

Vamos, no es una ciencia exacta esto, pero sí que podemos de algún modo darnos cuenta de que una persona tiene niveles altos de inteligencia emocional a partir de ciertos rasgos marcados de su comportamiento. De esta manera, al prestar atención a estos signos exteriores, podríamos confirmar o no, si la persona a la que tenemos por delante necesita fortalecer su IE o si por el contrario, tienen dosis elevadas de dicha característica.

Veamos algunas de las características o señales que nos propone el Dr. Travis Bradberry en su artículo publicado en la revista Insider(2):

Clara identificación de emociones

Todas las personas experimentan emociones, pero son unos pocos los que pueden identificarlas con precisión a medida que ocurren. Solo el 36% de las personas pueden hacer esto, lo cual es problemático porque las emociones sin etiquetar a menudo se malinterpretan, lo que conduce a elecciones irracionales y acciones contraproducentes.

Las personas con altos coeficientes intelectuales dominan sus emociones porque las entienden y utilizan un extenso vocabulario de sentimientos para hacerlo. Si bien muchas personas pueden describirse a sí mismas como simplemente sentirse “mal”, las personas emocionalmente inteligentes pueden identificar si se sienten “irritables”, “frustradas”, “oprimidas” o “ansiosas”. Cuanto más específica sea su elección de palabras, mejor comprensión tendrá de cómo se siente exactamente, qué lo causó y qué debe hacer al respecto.

Curiosidad por las personas

No importa si son introvertidos o extrovertidos, las personas emocionalmente inteligentes sienten curiosidad por todos los que los rodean. Esta curiosidad es el producto de la empatía, una de las puertas de entrada más significativas a un EQ alto. Cuanto más te preocupes por otras personas y por lo que están pasando, más curiosidad tendrás por ellas.

No se ofenden con facilidad

Debido a que tienen una comprensión firme de quienes son, es difícil que alguien diga o haga algo que los enoje. Las personas emocionalmente inteligentes son seguras de sí mismas y de mente abierta, lo que les crea una piel bastante gruesa. Incluso pueden burlarse de sí mismos o dejar que otras personas hagan bromas sobre ellos porque son capaces de trazar mentalmente la línea entre el humor y la degradación.

No se quedan “atados” a sus errores

Las personas emocionalmente inteligentes se distancian de sus errores, pero lo hacen sin olvidarlos. Al mantener sus errores a una distancia segura, pero aún lo suficientemente útiles como para consultarlos, pueden adaptarse y ajustarse para el éxito futuro. Se necesita una autoconciencia refinada para caminar por la cuerda floja entre vivir y recordar. Insistir demasiado en tus errores te vuelve ansioso y tímido, mientras que olvidarlos por completo te obliga a repetirlos. La clave para el equilibrio radica en su capacidad para transformar los fracasos en oportunidades de mejora. Esto crea la tendencia a volver a levantarse cada vez que caen.

No buscan la perfección

Las personas emocionalmente inteligentes no establecerán la perfección como su objetivo porque saben que no existe. Los seres humanos, por nuestra propia naturaleza, somos falibles. Cuando la perfección es tu objetivo, siempre te quedas con una persistente sensación de fracaso que te hace querer rendirte o reducir tu esfuerzo. Terminas pasando tu tiempo lamentando lo que no lograste y lo que deberías haber hecho de manera diferente en lugar de seguir adelante, emocionado por lo que has logrado y lo que lograrás en el futuro.

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(1)  https://www.estrategiaynegocios.net
(2)  “14 signs that you’re incredibly emotionally intelligent — and a high performer”

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