¿Cuánta asertividad es la medida correcta?

Cuando hablamos de comunicación efectiva, con mucha frecuencia nos referimos a las habilidades que se encuentran un poco “en la superficie” del tema. En efecto, se nos dice que para ser un gran comunicador tenemos que dominar habilidades tales como escuchar con atención, ser capaces de formular buenas preguntas, tener la empatía suficiente para formular nuestros mensajes de un modo que sean capaces de llegar con más facilidad al destinatario o que aprendamos a leer adecuadamente el lenguaje corporal para estar seguros de estar recibiendo adecuadamente los mensajes que otros nos dan.

Todo esto es sin duda, muy importante en el camino a convertirnos en mejores comunicadores, pero con menor frecuencia se nos hace notar que existen otros factores cruciales para comunicarnos adecuadamente, que son tan o más importantes para este fin. Se trata de la asertividad, que es la habilidad relacionada con tener la capacidad de defender adecuadamente nuestros derechos y de expresar nuestros sentimientos. Sin dejar por ello de tener en cuenta y respetar los de los demás.

La asertividad impacta en nuestro éxito como comunicadores más incluso que nuestros estilos de comunicación. Al aumentar tu capacidad para hacer valer tus necesidades de manera efectiva, ganarás confianza, lograrás aumentar el respeto que los demás te tienen y tendrás mejores capacidades de tomar buenas decisiones, incluso en situaciones desafiantes. La asertividad te ayuda a desarrollar habilidades para ayudarte a expresar tus sentimientos y hacer solicitudes de una manera apropiada ante terceros. Si quieres más información sobre cuáles son las características propias de las personas asertivas y sobre como mejorar tu propia asertividad, no dejes de ver mi entrada de blog “Por qué nos cuesta tanto ser asertivos”, que puedes encontrar aquí.

¿Cuánta Asertividad es la adecuada?

De lo que hoy quiero hablarte es de un tema igualmente interesante: ¿Cuánta asertividad es “buena, sobre todo en un contexto de liderazgo de personas en las organizaciones? Ten en cuenta que no es un tema menor. Con mucha frecuencia, sobre todo en un entorno profesional, encontramos algunas personas quienes hacen gala de una “sinceridad a toda prueba”. Se expresan con total libertad y sin cortapisa alguna, y lo hacen porque parten de la premisa de que cuanto más sincero mejor, porque así las personas saben a qué atenerse conmigo.

Por otra parte, también podemos encontrar líderes de personas quienes entienden que su rol es mantener felices a los integrantes de su equipo y para ello deben usar el mecanismo de nunca confrontarlos y de aceptar todas las cosas que ellos hacen, sin importar si se ajustan o no a los propósitos y fines de la unidad o la empresa en su conjunto.

Pues bien, como todo en la vida, los extremos son casi siempre inconvenientes. Los líderes organizacionales que tienen una asertividad baja o alta tienden a ser vistos como menos efectivos, según un estudio publicado en la Revista de Personalidad y Psicología Social, de la Asociación Estadounidense de Psicología. Los líderes que cuentan con niveles “medios” de asertividad pueden tener un nivel “óptimo” de dicha habilidad, pero hay mucha gente en ambos extremos. La investigación sugiere que ser visto como poco o demasiado asertivo puede ser la debilidad más común entre los aspirantes a líderes.

En una serie de estudios, Daniel Ames, profesor de Columbia Business School, y Francis Flynn, profesor de Stanford Graduate School of Business, preguntaron a los trabajadores sus opiniones sobre las fortalezas y debilidades de liderazgo de sus colegas. Las fortalezas más comunes reportadas incluyeron rasgos de liderazgo convencionales como inteligencia, autodisciplina y carisma. Pero las debilidades más comunes reportadas revelaron una imagen sorprendente que no era solo el reverso de las fortalezas. A través de varias muestras de líderes y líderes potenciales, Ames y Flynn encontraron que la asertividad era, con mucho, el problema mencionado con más frecuencia, a veces más que el carisma, la inteligencia y la autodisciplina juntos.

Una de las razones de este hallazgo es que, a diferencia del carisma, que suele ser problemático solo cuando falta, los líderes potenciales cometen errores en la asertividad en ambas direcciones. En uno de esos estudios, el rasgo de liderazgo más común en los comentarios de los entrevistados era “asertivo”, que incluso era dos veces más común que los otros rasgos que fueron también objeto de mención, como “concentrado”, “capaz” y “seguro”. Curiosamente, más de la mitad de las descripciones de debilidades hicieron referencias claras a la asertividad. De estos comentarios, el 48% sugirió demasiada asertividad y el resto describió muy poca.

La asertividad dominó los informes de debilidades del liderazgo, aunque no fue tan común en los comentarios de los colegas sobre las fortalezas. Cuando los líderes se equivocan en la asertividad, es visible y evidente, pero cuando lo hacen bien, parece desaparecer. Los autores del estudio señalan que es como sal en una salsa: cuando hay demasiada o muy poca, es difícil notar algo más, pero cuando está bien, se notan los otros sabores. Nadie felicita una salsa por estar perfectamente sazonada y es simplemente es inusual que el toque perfecto de un líder con la asertividad atraiga mucha atención”.

Después de descubrir que la asertividad era un desafío tan generalizado para los líderes, Ames y Flynn buscaron comprender qué estaba impulsando el efecto en ambos extremos. La respuesta: diferentes motivos de fracaso en cada extremo. “Los aspirantes a líderes que tienen poca asertividad no pueden defender sus intereses y sufren por ser ineficaces para lograr metas y obtener resultados. Por otro lado, las personas con alta asertividad suelen ser insoportables. A su manera, están cortando las relaciones con las personas que los rodean. A medida que pasa el tiempo, los costos sociales se acumulan y comienzan a socavar los resultados”, señala Ames. “La mayoría de los líderes efectivos presionan lo suficiente para salirse con la suya, pero no tanto que no puedan llevarse bien”.

Pautas para mejorar tu Asertividad en el trabajo

Tengo para ti cinco consejos importantes para ser más asertivo en cuando tengas que liderar personas o aspires a llegar a hacerlo.

  1. Defender su posición: Los líderes asertivos son expertos en evitar ser manipulados, ya sea por colegas que les descargan trabajo adicional o empleados que les pasan la pelota. No tengas miedo de decir “no” y confíe en sus opiniones si cree que son válidas.
  2. Mantén la calma siempre: Controlar las emociones es una parte importante del desarrollo del liderazgo, así que trata de evitar ceder ante la ira o la frustración. Esto significa no levantar la voz y asegurarse de no tener un lenguaje corporal agresivo.
  3. Sé directo: Hablar con claridad es clave para garantizar que su mensaje no se malinterprete; Las instrucciones claras y concisas suelen ser el camino a seguir para los líderes eficaces. Evita las críticas “azucaradas”, los halagos falsos o las direcciones vagas del proyecto. Hablar en primera persona puede ayudar a las personas a comprender más fácilmente lo que quieres.
  4. No te limites a ser un espectador: Los líderes asertivos no temen tomar medidas decisivas, ya que posponer decisiones no solo evita que se resuelvan los problemas, sino que puede crear otros nuevos. Si bien nunca estarás seguro de que estás tomando la decisión correcta, al reunir todos los hechos y analizar la situación cuidadosamente, tiene la mejor oportunidad de éxito.
  5. Mantener buenas relaciones: Es posible que mantener buenas relaciones con otros miembros del personal no te hagan más asertivo, pero te ayudará a tener más éxito si ya eres bueno en asertividad. Un líder admirado y respetado encontrará poca resistencia al presentar nuevas ideas y flujos de trabajo, mientras que un gerente que no le gusta puede ser bloqueado o encontrar una oposición activa al cambio.

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